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El fútbol colombiano y el fútbol en Colombia


Juan Sebastián Reina

@Sebas7ianR en Twitter


La ostentación con nuestros jugadores de fútbol, y su rendimiento en el exterior, a través de los medios internacionales, es una jactancia que solo los colombianos nos podemos dar. Esto, aun sabiendo que las políticas de privatización televisiva y radial, en el contexto local, son muy definidas; la calidad futbolística de la mayoría de los equipos es precaria, solo cumplen los estándares mínimos estipulados por la FIFA, casi al límite. Las razones expuestas, hacen que lo anterior sea una prueba clara de la gran brecha que existe entre el fútbol colombiano y el fútbol en Colombia.


Partiendo de Faustino Asprilla y pasando por James Rodríguez o Radamel Falcao García, el jugador de fútbol colombiano ha sido, cada vez más de exportación, caracterizado por una calidad tan acoplable, que lo hace “cumplidor” en cualquiera de los equipos a los que se va, ya sea en Argentina, Brasil, España, Italia, Inglaterra, Francia y, hoy en día, incluso China o Escocia. Técnicamente, el jugador colombiano es admirado por la prensa internacional y aclamado por los clubes más importantes del mundo.


Así, alternativamente, la calidad del futbol en nuestro país se ha dado a chispazos, gratos de reconocer; antes, basado en buenos ojeadores; hoy, cimentado en buenos empresarios... Jugadores que salen del país en busca de un foco internacional, con un soporte del club y de la hinchada, para sentirse cómodos en el campo. Puede que este sea el camino, la cuestión es si Europa, por ejemplo, es el destino final de cada uno o si un buen equipo, en un país con un fútbol de nivel medio, como el de otro tipo de geografía, se lleva al jugador criticado para que, después, la hinchada del equipo colombiano, en ocasiones arrepentida, lo pida nuevamente para el club de origen. No hay que olvidar que, según datos del diario La República, Colombia es el noveno país que más futbolistas exporta en el mundo.


Dentro del campeonato colombiano, en cambio, aún estamos dando el debate de si es necesario tener un buen “teatro” para ver el espectáculo que, se supone, es la base del talento que exportamos. Todavía existen estadios sin luz adecuada, sin acondicionadores de aire en lugares donde la temperatura está entre los 37 y los 40 grados centígrados, como el de Jaguares de Córdoba o el Murillo Toro, donde es local el Deportes Tolima, por ejemplo. Esta clase de detalles hacen del fútbol colombiano, si se le compara con la calidad de sus jugadores de exportación, uno de los más precarios, para la práctica profesional del balompié, exceptuando solamente las grandes ciudades.


Según esa dinámica, empezar por construir el fútbol en un lugar inadecuado, sin reconocer que allí es donde se forma al jugador, es equivalente a alistar el hipódromo sin tener un buen caballo; hay que destacar al jugador, todavía más, a partir de las condiciones en las que este juega. En realidad, es el futbolista quien merece el halago, la nota apreciativa.


Incluso desde el periodismo deportivo, se empieza también la formación de aquellos jugadores a exportar. El propio periodista deportivo debe estar en la capacidad de otorgarle, profesionalmente, el foco necesario a aquello que verdaderamente se ha de resaltar en los jugadores profesionales y en el torneo colombiano.


En definitiva, necesitamos equilibrar la escuela creadora de futbolistas, con buenos terrenos e instalaciones de fútbol. Hay que proveer al futbolista de una ética, hay que saber hablar del futbolista o del equipo, con criterio, por parte del periodista; la suma de esas partes opera como una mesa, en donde si una de las patas llega a fallar, todo tambalea y termina por caer. Y por ahora, las bases que soportan el fútbol colombiano, así como a los jugadores de exportación, no están bien cimentadas. Falta desarrollo al respecto.

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