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El verdadero reto de James

Actualizado: 16 ago 2019

Los brazos extendidos como alas, la sonrisa generosa apuntando a los espectadores y el ritmo en el baile, en una de esas coreografías de postín, al compás de la "Roca" Sánchez, Camilo Zuñiga, Cristian Zapata y Jackson Martínez, mientras el público vitoreaba la genialidad hecha gol: recepción con el pecho y control orientado hacia el perfil izquierdo; en cuestión de dos segundos, y sin dejar que el esférico tocara el suelo, remate de media vuelta, con la parte superior del botín... La pelota, acariciada e impulsada a la vez, entrando con efecto imparable, limpia, por la esquina superior derecha del arco defendido por Fernando Muslera, impotente ante semejante golazo, pese a la exigente estirada hacia el balón.

Se jugaban los octavos de final de Brasil 2014 y el mítico Estadio Maracaná, en Río de Janeiro, se convertía en el escenario donde James David Rodríguez Rubio alcanzaba el cenit de su fútbol: doblete ante Uruguay y clasificación histórica de Colombia a los cuartos de final de un Mundial. El jugador colombiano iba a terminar marcando en los cinco compromisos que disputaría el conjunto dirigido por José Pékerman, además de obtener la Bota de Oro del Mundial y, como si fuera poco, el reconocimiento al Mejor Gol del Torneo, precisamente aquel remate increíble ante la garra charrúa, de Godín, Suárez y el Maestro Tabárez, que votó masivamente el público de todo el planeta.


24 días después de aquella monumental jugada, en el palco de honor del estadio Santiago Bernabéu, Florentino Pérez confirmaba la noticia más importante que un futbolista colombiano había protagonizado -aún lo es- en la historia del fútbol cafetero: aquel joven de 23 años, nacido en Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander, fichaba por el club más poderoso del mundo, el Real Madrid, procedente del Mónaco, con un contrato por seis temporadas que le otorgaba la posibilidad de llevar el mítico dorsal 10 del club blanco; el mismo que ya habían usado, entre otros, Ferenc Puskas, Michael Laudrup, Clarence Seedorf, Luis Figo y Zinedine Zidane...

Cinco años después de aquella impactante presentación ante la prensa mundial -se cumplieron el pasado 22 de julio- el futbolista colombiano acaba de celebrar sus 28 años. Lo ha hecho, tras competir nuevamente en territorio brasileño, como creativo de la Selección Colombia que ahora dirige el portugués Carlos Queiroz, que llegó a cuartos de final de la Copa América 2019, siendo eliminada por Chile, en cobros de penas máximas.


En los tres partidos de primera ronda, James expuso pinceladas de su calidad técnica, entregando dos asistencias clave: la primera, en el partido debut de Colombia, con aquel balón largo, cruzado milimétricamente de derecha a izquierda ante Argentina, para que Roger Martínez recibiera y, tras encarar hacia dentro, convirtiera el primer tanto de la victoria sobre los albicelestes, cortando una racha de 12 años en los que el equipo colombiano no había podido vencer a la bicampeona del mundo con Messi en cancha; y la segunda, el centro magistral que valió para que Duván Zapata anotara, ante Catar, el gol del triunfo colombiano, en el segundo compromiso del grupo, con el que la escuadra colombiana selló el primer lugar de la fase inicial.

Desde aquel momento legendario en la sala de prensa del Bernabéu, cinco años atrás, hasta su participación en la Copa América 2019, es innegable que la trayectoria futbolística de James ha tomado dos líneas diferentes:


La primera, vinculada con su rendimiento en la Selección, continúa siendo ascendente: 22 goles para el equipo nacional, así como 25 asistencias -sumando las dos logradas en Brasil- evidencian, a las claras, su peso específico ofensivo dentro del campo de juego. Actualmente vice-capitán, muy cerca de Falcao García, tiene en mente levantar títulos con Colombia, si bien hasta el momento no ha podido materializarlos.


En el caso de la segunda línea, vinculada con su rendimiento a nivel de clubes -que con aquel fichaje precoz por el equipo blanco parecía predestinarlo a luchar, en las temporadas venideras, por ser potencial Balón de Oro- no ha continuado con el ascenso y el altísimo estándar que sí tiene con la Selección.


En 2014, James llegó al Real Madrid avalado por el espectacular Mundial que realizó en Brasil, pero también por una trayectoria sofisticada en Europa: su progresión en el Porto, durante tres temporadas, después de dar el salto al viejo continente, que le permitieron registrar 41 asistencias y anotar 32 goles en Portugal, adaptándose a un esquema 1-4-3-3, que es parte de la génesis táctica de "Los Dragones", en el que fue utilizado, la mayor parte de las veces, como extremo por izquierda.

También tuvo un año muy bueno con el Mónaco, tras un fichaje que superó los 44 millones de euros, participando en 34 encuentros de la Liga 1, sumando 13 asistencias y 9 anotaciones. Esas cifras ya le ponían, en aquel momento, como uno de los talentos jóvenes más atractivos del panorama europeo. Aún así, su entrenador de aquel entonces, el italiano Claudio Ranieri, dejó varias recomendaciones para el colombiano: "piensa como un atacante, pero también debe defender", mencionó en un momento; y semanas después recalcó respecto a James y su desarrollo: "un jugador como él tiene que mantener la intensidad durante todo el partido, dar el pase final y marcar goles".


Otro elemento favorable para llegar al Madrid, tuvo que ver con el merchandising proyectado en torno a su perfil, con los colombianos y latinoamericanos como consumidores potenciales, que resultaba poderosamente atractivo para el área comercial del equipo blanco, en un ámbito que para Florentino Pérez resulta determinante.


Desde la perspectiva futbolística -al final, la más trascendente- el punto definitivo radicó en el aval de Carlo Ancelotti, el entrenador italiano a cargo del conjunto madridista, para contar con él y brindarle protagonismo en el terreno de juego. El palmarés de Ancelotti, como director técnico, incluye tres títulos de Champions League, y precisamente antes del Mundial de Brasil, "Carletto" ganó la "Décima" Champions con la escuadra merengue. Campeón en la Serie A, la Premier League, la Ligue 1 y la Bundesliga, Ancelotti ha sido, durante la mayor parte de su carrera, amigo de utilizar un 1-4-3-2-1, el famoso árbol de navidad, o un 1-4-4-2, dispuesto en rombo, que como mínimo ha garantizado la presencia, en sus equipos, de un creador de juego tradicional, el famoso "número 10".

Por cultura futbolística y por formación de base, ese puesto ha sido el favorito de James dentro de la cancha: libertad para pedir el balón, ir a banda y regresar a zona central, moverse con cierta anarquía, construir desde primera línea; llegar desde atrás, por sorpresa, rematar desde fuera del área o suministrar último pase a los atacantes. En contraprestación, las tareas defensivas de ese "cerebro" no fueron prioridad dentro de la estructura de juego de los equipos afines al módulo, tanto en América como en Europa, hasta la década pasada.


Paradójicamente, durante las cuatro temporadas comprendidas entre 2014 y 2018, que debieron representar el crecimiento futbolístico más fuerte de James a nivel de clubes, los cambios permanentes en la élite, sobre todo en las metodologías de entrenamiento y en las facetas de juego que son visibles dentro de la alta competencia, como el nivel de acción-reacción, la presión tras pérdida y el trabajo colectivo de intensidad innegociable, que deben ejecutarse con la misma concentración durante todo el compromiso, han hecho que las palabras de Ranieri, respecto a la intensidad, resultaran premonitorias y, desde el punto de vista de proceso personal, nocivas para James, frente a las exigencias tácticas de técnicos como Rafa Benítez y Zinedine Zidane (Real Madrid), así como Nico Kovac (Bayern Munich).

Varias posibilidades, todo incierto

A dos semanas de que cierre el mercado de verano 2019, ya con la Premier League imposible como opción para esta temporada, las posibilidades de James Rodríguez para continuar su carrera deportiva parecen orientadas de la siguiente manera:


La primera opción -que todo parece indicar, es la que más interesa al jugador- pasa por reunirse, una vez más, con Carlo Ancelotti, ahora al frente del Napoli. Esto ya sucedió, no solo en el Real Madrid, sino en el Bayern Munich, cuando dos años atrás, antes de la pausa invernal europea (septiembre de 2017), Ancelotti fue despedido tras sufrir una goleada a manos del Paris Saint Germain, en la fase de grupos de la Champions League. En aquel momento, James llevaba cuatro meses en la Bundesliga, luego de arribar a la escuadra de Baviera a préstamo, por dos años y con opción de compra, por pedido del adiestrador italiano.


Sin embargo, a día de hoy, el Napoli, que preside el polémico Aurelio De Laurentis, ha dejado claro que quiere al futbolista colombiano únicamente a préstamo -todavía más, si concreta el fichaje del mexicano Hirving Lozano, que está bastante adelantado- y si bien Ancelotti admira la calidad técnica y creativa de James, el Real Madrid pretende un traspaso definitivo, así que los acercamientos todavía darán de qué hablar en los próximos días.


La segunda posibilidad, que en principio parecía utópica y basada únicamente en rumores de prensa, pero que no es tan incoherente como muchos piensan, pasaría por verle como fichaje del Atlético de Madrid, teniendo en cuenta que el equipo "colchonero" aún rastrea el mercado en la búsqueda de un mediocampista creativo y, según parece, en su secretaría técnica aparecen como posibilidades el danés Cristian Eriksen, así como James.


Por los principios de esfuerzo y sacrificio inquebrantable que exige "El Cholo" Simeone, líder y entrenador del club rojiblanco, será muy interesante ver si al final el conjunto que juega en el Wanda Metropolitano invierte en el fichaje y en el salario del colombiano, puesto que existen dudas en cuanto a cómo se adaptaría al estilo del adiestrador argentino. De otra parte, no está claro que Florentino Pérez y la directiva del Real Madrid estén dispuestos a traspasarle a su clásico rival de ciudad, que ya ha invertido en grande para construir una plantilla competitiva, tanto en España como en Europa.


La tercera opción, dado que James ya ha recibido número de dorsal para la nueva temporada, sería su continuidad en el Real Madrid. En la directiva blanca, consideran que tiene calidad para aportarle al equipo. Sin embargo, con Zinedine Zidane como líder futbolístico del club, las posibilidades de jugar para el colombiano serían restringidas. Desde que se incorporó a la pretemporada, no ha entrado en ninguna de las convocatorias y, como ya aconteció entre 2015 y 2017, para los estándares de Zidane, James ha carecido de lo necesario para ser titular, y menos todavía protagonista en los encuentros cumbre, ya fuese en La Liga o en la Champions League. De quedarse en Valdebebas, ganar un espacio a las órdenes del francés constituiría un motivador desafío para el colombiano.


Finalmente, con la activación de un potencial traspaso de Neymar Jr. al conjunto merengue -hasta el momento no hay nada certero, pero Florentino Pérez suele dar golpes de efecto inesperados- se ha abierto la posibilidad de que James Rodríguez pudiese entrar en esa operación, lo que eventualmente le colocaría en el Paris Saint Germain. Al respecto, si bien el conjunto francés no tendría problemas para asumir económicamente su ficha, los interrogantes son amplios frente a cómo tendría lugar en los planes de Tomas Tuchel, puesto que el alemán favorece el fútbol de alta presión, con uso de extremos y sin centrocampistas creativos puros.


Ya sea que permanezca en Madrid, viaje a Napolés o recale en París, el gran reto deportivo para el 10 colombiano -su verdadero desafío- pasa por adaptarse a las exigencias de intensidad y trabajo colectivo que todos los entrenadores de élite imponen en sus plantillas. Tanto en el Real Madrid de Zidane, como en el Bayern Munich dirigido por Kovac, esas dos facetas representaron la imposibilidad del colombiano para ser titular.

En este momento de su carrera, los temas de índole económico, así como de imagen pública y social, están plenamente resueltos. Lo que viene en la madurez que, cumplidos los 28 años, debiera posicionar al talentoso jugador colombiano en la cima de sus poderes, es el reto de brillar de manera ininterrumpida, siendo sobresaliente semana a semana, en un equipo de primer nivel. A este punto y hora, cuando se analizan en contexto los hechos, la afirmación del legendario líbero alemán, Lothar Matthäus, de que "James no tiene lugar en la mayoría de onces de Europa" expone realismo.


Si James no olvida las recomendaciones de Ranieri, hace ya seis temporadas, en aquel paso por el Mónaco; si recuerda los grandes tiempos del Porto, cuando trabajaba con dedicación en todas las facetas, a las órdenes de Villas-Boas, y se enfoca en retomar el concepto de "intensidad durante todo el partido", más allá de que pueda o no jugar en su posición favorita, sus brazos extendidos como alas y la sonrisa generosa, apuntando a los espectadores, que lo llevaron al cenit de su capacidad futbolística en Brasil 2014, volverán a ser la esencia de su logro. Hasta el momento, entre 2015 y 2019, no ha podido compaginarlo con lo que se necesita en el fútbol de primer nivel, para convertirse en irremplazable de cara al entrenador y al equipo que apueste por él... Los hechos, y el paso de la temporada, responderán al interrogante de en qué lado de la balanza decide ubicarse el colombiano.








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