Por: Carlos A. Pérez Domínguez
Es normal que el ser humano se sienta importante y que tenga la convicción de que el trabajo o la actividad que realiza es necesaria o aporta algo. Sin esa certeza, la vida sería muy difícil de sortear. Si no le diera importancia a esto que escribo, seguramente no lo escribiría.
Ahora, hay una diferencia entre dar valor a lo que se hace y -otra muy distinta- creer que aquello es indispensable. La vida está llena de ciclos y uno debe tener claridad y humildad para entender en qué momento dar un paso al costado y permitirle a otros continuar el recorrido.
Ojalá Fernando el ‘Pecoso’ Castro, el septuagenario de mil batallas del fútbol colombiano, comprenda que su salida del América de Cali, aunque no fuera por “la puerta grande”, como él esperaba, es un momento propicio para despedirse de su actividad como DT. Ya está bien.
El ‘Pecoso’ inició su vida como entrenador en el banquillo técnico del Deportes Quindío en 1987 (hace treinta y dos años). De ahí en adelante, ha pasado por 11 equipos del Fútbol Profesional Colombiano. Ganó sólo dos títulos. Dos. En este mundo nuestro, en donde lo que importan son la productividad, el rendimiento y los resultados –así como el mismo Castro se lo hizo saber a su lateral Jonathan Pérez– es curioso que el manizalita se mantenga vigente, aunque los números no lo avalen.
Pero no sólo de títulos vive el fútbol, podrá decir el ‘Pecoso’, y sí, conseguir estrellas no es lo único que se puede valorar en el trabajo de un técnico, fe de eso da el gran Marcelo Bielsa. Ahora, no innovar y quedarse con la vieja fórmula que, en algún momento, dio resultado, sí es motivo de reproche.
Ya el manido 4-4-2, donde el portero o el defensa lanzan el pelotazo, para que el fornido delantero la pelee y, producto de su lucha, surjan las opciones de gol, está mandado a recoger. La ley darwiniana dice que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta.
Pero Fernando Castro no se adaptó: él, como muchos otros técnicos colombianos, se mantienen a flote por una sencilla razón: nuestro fútbol no ha evolucionado o lo ha hecho muy poco. Tal es el retraso que Jaime De la Pava, “un viejo conocido de la casa”, suena como reemplazo de Castro. Y para no ir muy lejos, si se va Suárez del Junior, vendría el joven Comesaña. Por esa razón, y con mucho cariño, le digo al profe ‘Pecoso’, muchas gracias por sus aportes, pero ya es hora de que viva de la pensión y deje que otros empiecen a cotizar.
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